"Dice el labrador al trigo: para julio te espero, amigo."
Y así, como el labrador, un amigo me ha escrito, dándome una alegría por su carta, tanto que he tenido que perpetuarla para mi propio deleite, por vanidad, claro, pero mía sola, ya que no hice copia de la encuadernación que le regalé, el me regala la palabra amigo, y yo me regocijo en ella, como si fuera verdad que un día fuimos, somos o seremos amigos.
Me llega en silencio mezclada entre el correo ordinario, como hacen los amigos, aparecer un día cualquiera en la rutina del trabajo, así llegan los nuevos pedidos, una tirada corta de 30 ejemplares de "llibres menuts" y algún que otro ejercicio autoimpuesto de encuadernación belga.
Empieza el mes de cosechar, la siega con hoz, el atado de las gavillas, para después en la era, cantar aquellas canciones del Tío Salvador....
"Qué es aquello que reluce
en lo alto de aquel cerro
son las tripas de un fraile
que arrastra un perro".
Despacito, despacito, arrastrando las sílabas, bajo la calima, bajo julio, hace ya tantos años...con esa disposición empiezo el mes, gratificada por los frutos, y llena de paciencia para lo que todavía espera a ser cosechado.
Y así, como el labrador, un amigo me ha escrito, dándome una alegría por su carta, tanto que he tenido que perpetuarla para mi propio deleite, por vanidad, claro, pero mía sola, ya que no hice copia de la encuadernación que le regalé, el me regala la palabra amigo, y yo me regocijo en ella, como si fuera verdad que un día fuimos, somos o seremos amigos.
Me llega en silencio mezclada entre el correo ordinario, como hacen los amigos, aparecer un día cualquiera en la rutina del trabajo, así llegan los nuevos pedidos, una tirada corta de 30 ejemplares de "llibres menuts" y algún que otro ejercicio autoimpuesto de encuadernación belga.
Empieza el mes de cosechar, la siega con hoz, el atado de las gavillas, para después en la era, cantar aquellas canciones del Tío Salvador....
"Qué es aquello que reluce
en lo alto de aquel cerro
son las tripas de un fraile
que arrastra un perro".
Despacito, despacito, arrastrando las sílabas, bajo la calima, bajo julio, hace ya tantos años...con esa disposición empiezo el mes, gratificada por los frutos, y llena de paciencia para lo que todavía espera a ser cosechado.
1 comentario:
Aquellos veranos en Tagarina...
La siega, la "" parva", la Mare Dolores haciendo aquellos almuerzos y aquellas paellas. Nunca he vuelto a probar paellas como aquellas.
Los niños,o sea yo, bajando a la fuente a por agua fresca.
Y luego a esperar la brisa para aventar.
Y el trigo dorado amontonado en la habitación ppequeña de arriba, la de la tia Pilar y mía-
" Sin nada que olvidar porque ayer aprendí a volar" ( Serrat)
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